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de unos estados de ánimo, de unas nociones de gusto-disgusto, de atracción-repulsión;
tengo unas ideas que me he formado sobre mí mismo. El conjunto de todas esas cosas es
mi conciencia, mi noción del YO, la noción que me he formado de mí. Toda noción,
conocimiento o experiencia que tengo de mí vienen dados por esas percepciones, sean
de tipo vital, afectivo o mental.
Conciencia externa
Nuestra conciencia tiene otro plano a través del cual percibimos lo que llamamos
exterior y que constituye parte de nuestro campo de experiencia. Ese exterior aparece
como algo muy rico, grande, variado, que, en resumidas cuentas, no deja de estar
constituido nada más que por una serie de fenómenos que percibimos a través de los
sentidos. En esa gama tan amplia del mundo exterior vemos que existen unos aspectos
constituidos por formas, por ejemplo: personas, cosas, naturaleza, que no son sólo
formas, puesto que tienen un sentido, una intencionalidad, un significado; por otra parte
se encuentra el mundo exterior, como simples significados: las ideas, el patrimonio
cultural, etc.; y, por último, el mundo exterior como potencia, como fuerza, como
energía. Todo esto despierta nuestra valoración, provocando el rechazo o la atracción,
según los casos. Pero observemos que todo ello sólo existe para nosotros en la medida
que somos conscientes de él. Lo que hay en el campo de la conciencia es lo único que
conocemos, que experimentamos.
En Oriente se dice que todo elemento exterior que captamos por los sentidos consta de
nombre y forma lo que ellos denominan namarupa-: formas son las cosas que
percibimos por los sentidos; y nombres corresponde a los conceptos o abstracciones
hechas a partir de los datos recibidos por los sentidos.
Sin embargo, nosotros creemos que hay un mundo ahí fuera con una vida propia,
cuyos componentes y funcionamientos conocemos. Esto es falso. Lo conocemos sólo en
la medida que ya es vida nuestra, en que está incorporado, aprehendido, y sólo eso es lo
que conocemos. Podemos atribuir, teorizar, pero lo único que realmente conocemos es
aquello que está en nosotros a través de los sentidos, aunque lo atribuyamos al exterior.
Esto quiere decir que todas las ideas que podamos tener sobre los espacios infinitos,
sobre el universo, todas las cosas con sus maravillosas cualidades, toda la potencia
cósmica, o potencia de la tierra, en fin, todo lo que podamos percibir del exterior, existe
sólo en la medida en que lo hemos percibido, y esta percepción es un fenómeno interno
que no podría existir si no se produjera en mí un reconocimiento de la cosa percibida.
Lo que yo percibo no es la cosa, sino mi propia respuesta al estímulo. Mi conciencia
funciona de manera que sólo conozco la cosa cuando me pronuncio sobre ella. Si sólo
tengo una percepción puramente sensorial sobre la que mi mente no actúa, no seré
consciente de lo que percibo. Cuando mi conciencia se pronuncia sobre aquello,
catalogándolo con unas cualidades o características, es cuando llego a conocerlo. Por lo
tanto, todo conocimiento que tenemos, toda experiencia, sea del mundo exterior o del
mundo interior, es el resultado de nuestra respuesta, el resultado de algo que se
desencadena desde dentro de la conciencia, de nuestra acción sobre aquel estímulo que
se ha presentado. Cuando, por ejemplo, una montaña me despierta un sentido de
majestad, de grandiosidad, de fuerza inamovible, de potencia, porque la veo frente a mí,
porque la puedo tocar, etc., todas esas impresiones y valoraciones acerca de la montaña
son sólo respuestas mías ante un fenómeno de conciencia; el sentido de grandeza, de
solidez, de majestad, son por entero una respuesta mía. Si en mi interior no se hubiera
producido la respuesta, aquello no tendría ningún significado, ningún valor para mí.
III. EL YO CENTRAL COMO FUENTE
Todo cuanto vivimos, en todos los aspectos, son fenómenos de conciencia, y esos
fenómenos de conciencia son expresiones del YO. El YO es la fuente, la causa, de todo
lo que pueda poseer en mi conciencia. La conciencia es un fenómeno que se actualiza en
mí. Ante un fenómeno de conciencia, que llamo exterior, se produce en mí otro [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]
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de unos estados de ánimo, de unas nociones de gusto-disgusto, de atracción-repulsión;
tengo unas ideas que me he formado sobre mí mismo. El conjunto de todas esas cosas es
mi conciencia, mi noción del YO, la noción que me he formado de mí. Toda noción,
conocimiento o experiencia que tengo de mí vienen dados por esas percepciones, sean
de tipo vital, afectivo o mental.
Conciencia externa
Nuestra conciencia tiene otro plano a través del cual percibimos lo que llamamos
exterior y que constituye parte de nuestro campo de experiencia. Ese exterior aparece
como algo muy rico, grande, variado, que, en resumidas cuentas, no deja de estar
constituido nada más que por una serie de fenómenos que percibimos a través de los
sentidos. En esa gama tan amplia del mundo exterior vemos que existen unos aspectos
constituidos por formas, por ejemplo: personas, cosas, naturaleza, que no son sólo
formas, puesto que tienen un sentido, una intencionalidad, un significado; por otra parte
se encuentra el mundo exterior, como simples significados: las ideas, el patrimonio
cultural, etc.; y, por último, el mundo exterior como potencia, como fuerza, como
energía. Todo esto despierta nuestra valoración, provocando el rechazo o la atracción,
según los casos. Pero observemos que todo ello sólo existe para nosotros en la medida
que somos conscientes de él. Lo que hay en el campo de la conciencia es lo único que
conocemos, que experimentamos.
En Oriente se dice que todo elemento exterior que captamos por los sentidos consta de
nombre y forma lo que ellos denominan namarupa-: formas son las cosas que
percibimos por los sentidos; y nombres corresponde a los conceptos o abstracciones
hechas a partir de los datos recibidos por los sentidos.
Sin embargo, nosotros creemos que hay un mundo ahí fuera con una vida propia,
cuyos componentes y funcionamientos conocemos. Esto es falso. Lo conocemos sólo en
la medida que ya es vida nuestra, en que está incorporado, aprehendido, y sólo eso es lo
que conocemos. Podemos atribuir, teorizar, pero lo único que realmente conocemos es
aquello que está en nosotros a través de los sentidos, aunque lo atribuyamos al exterior.
Esto quiere decir que todas las ideas que podamos tener sobre los espacios infinitos,
sobre el universo, todas las cosas con sus maravillosas cualidades, toda la potencia
cósmica, o potencia de la tierra, en fin, todo lo que podamos percibir del exterior, existe
sólo en la medida en que lo hemos percibido, y esta percepción es un fenómeno interno
que no podría existir si no se produjera en mí un reconocimiento de la cosa percibida.
Lo que yo percibo no es la cosa, sino mi propia respuesta al estímulo. Mi conciencia
funciona de manera que sólo conozco la cosa cuando me pronuncio sobre ella. Si sólo
tengo una percepción puramente sensorial sobre la que mi mente no actúa, no seré
consciente de lo que percibo. Cuando mi conciencia se pronuncia sobre aquello,
catalogándolo con unas cualidades o características, es cuando llego a conocerlo. Por lo
tanto, todo conocimiento que tenemos, toda experiencia, sea del mundo exterior o del
mundo interior, es el resultado de nuestra respuesta, el resultado de algo que se
desencadena desde dentro de la conciencia, de nuestra acción sobre aquel estímulo que
se ha presentado. Cuando, por ejemplo, una montaña me despierta un sentido de
majestad, de grandiosidad, de fuerza inamovible, de potencia, porque la veo frente a mí,
porque la puedo tocar, etc., todas esas impresiones y valoraciones acerca de la montaña
son sólo respuestas mías ante un fenómeno de conciencia; el sentido de grandeza, de
solidez, de majestad, son por entero una respuesta mía. Si en mi interior no se hubiera
producido la respuesta, aquello no tendría ningún significado, ningún valor para mí.
III. EL YO CENTRAL COMO FUENTE
Todo cuanto vivimos, en todos los aspectos, son fenómenos de conciencia, y esos
fenómenos de conciencia son expresiones del YO. El YO es la fuente, la causa, de todo
lo que pueda poseer en mi conciencia. La conciencia es un fenómeno que se actualiza en
mí. Ante un fenómeno de conciencia, que llamo exterior, se produce en mí otro [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]