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vivir. Pero, yo qué sé. Me gano la vida haciendo lo que sé hacer. Y no interfiero con las
altas artes, con las artes peligrosas, como invocar a los muertos  y Rosa hizo el gesto de
la mano para ahuyentar al peligro del que acababa de hablar.
 Todo es peligroso  dijo Dragónvolador, con la mirada fija más allá de las ovejas, de
la colina, de los árboles, en profundidades inmóviles, un vacío vasto y descolorido, como
el cielo claro antes del amanecer.
Rosa la observaba. Sabía que no sabía quién era Irian o lo que podría llegar a ser. Una
mujer grande, fuerte, extraña, ignorante, inocente y enfadada, sí. Pero desde que Irian era
sólo una niña, Rosa había visto en ella algo más, algo más allá de lo que era ella. Y
cuando Irian miraba a través del mundo como lo estaba haciendo ahora, parecía entrar en
aquel lugar o en aquel tiempo, o parecía estar más allá de ella misma, mucho más allá del
conocimiento de Rosa. Y entonces Rosa le temía, y temía por ella.
 Tú ten cuidado  dijo la bruja, adusta . Todo es peligroso, bastante peligroso, y
más que nada meterse con magos.
A través del amor, del respeto y la confianza, Dragónvolador nunca haría caso omiso
de una advertencia de Rosa; pero era incapaz de ver a Marfil como a alguien peligroso.
No lo entendía, pero la idea de tenerle miedo, a él personalmente, no era una idea que
cupiera en su cabeza. Trataba de ser respetuosa, pero era imposible. Pensaba que era
inteligente y bastante apuesto, pero no pensaba mucho en él, excepto por lo que él podía
decirle. Él sabía lo que ella quería saber y poco a poco se lo fue diciendo, y luego no
había sido realmente lo que ella había querido saber, sino que quería saber más y más. Él
era paciente con ella, y ella le estaba agradecida por su paciencia, sabiendo que era
mucho más rápido que ella. A veces sonreía ante su ignorancia, pero nunca se burlaba de
ella ni la reprobaba. Como a la bruja, le gustaba responder a una pregunta con otra
pregunta; pero las respuestas a las preguntas de Rosa eran siempre algo que siempre
había sabido, mientras que las respuestas a las preguntas de él eran cosas que nunca se
había imaginado y que encontraba sorprendentes, inoportunas, incluso dolorosas, y que
cambiaban sus creencias.
Día tras día, mientras hablaban en el viejo establo de Iria, donde habían tomado por
costumbre encontrarse, ella le preguntaba y él le contaba más, aunque con desgana,
siempre parcialmente; protegía a sus Maestros, pensaba ella, tratando de defender la
imagen brillante de Roke, hasta que un día él cedió a su insistencia y por fin habló
libremente.
 Hay hombres buenos allí  dijo . El Archimago era realmente poderoso y sabio.
Pero se ha ido. Y los Maestros... Algunos se mantienen al margen, siguiendo
conocimientos arcanos, siempre en busca de más formas, siempre más nombres, pero sin
utilizar sus conocimientos para nada. Otros esconden su ambición bajo la capa gris de la
sabiduría. Roke ya no es el sitio en el cual se encuentra el poder de Terramar. Ahora ese
sitio es la Corte de Havnor. Roke vive de su majestuoso pasado, defendido por miles de
sortilegios contra el día de hoy. Y dentro de esas paredes de hechizo, ¿qué es lo que
hay? Ambiciones que se enfrentan, temor a cualquier cosa nueva, temor a hombres
jóvenes que desafían el poder de los viejos. Y en el centro, nada. Un patio vacío. El
Archimago nunca regresará.
 ¿Cómo lo sabes?  susurró ella.
Parecía preocupado.  El dragón se lo llevó.
 ¿Tú lo viste? ¿Tú has visto eso?  Apretó las manos, imaginando aquel vuelo, sin
siquiera escuchar su respuesta. Después de un largo rato, regresó a la luz del día y al
establo y a sus pensamientos y a sus enigmas. Pero incluso si él ya no está  dijo ,
seguro que algunos de los Maestros son verdaderamente sabios.
Cuando él levantó la mirada y habló lo hizo de muy mala gana, con el atisbo de una
sonrisa melancólica.  Todo el misterio y la sabiduría de los Maestros, cuando salen a la
luz del día, no son gran cosa, ¿sabes? Trucos del oficio, maravillosas ilusiones. Pero la
gente no quiere saber eso. La gente quiere las ilusiones, los misterios. ¿Quién puede
culparlos? Hay tan poco en la vida que sea hermoso o encomiable.
Como para ilustrar lo que estaba diciendo, había recogido un trozo de ladrillo de la
calzada rota, y lo lanzó por los aires, y mientras él hablaba el ladrillo aleteaba sobre sus
cabezas con delicadas alas azules, una mariposa. Estiró uno de sus dedos y la mariposa
se posó sobre él. Sacudió aquel dedo y la mariposa cayó al suelo, un trozo de ladrillo.
 En mi vida no hay mucho que sea muy encomiable  dijo ella, con la cabeza gacha,
mirando fijamente la calzada . Todo lo que sé hacer es ocuparme de la granja, tratar de
ser convincente y de decir la verdad. Pero si pensara que hasta en Roke todos son trucos
y mentiras, odiaría a esos hombres por haberme engañado, por habernos engañado a
todos. No puede ser todo mentira. No todo. Es cierto que el Archimago entró en el
laberinto entre los Hombres Canos y que regresó con el Anillo de la Paz. Es cierto que
entró en la muerte con el joven rey, y que derrotó al mago araña, y que regresó. Sabemos
eso por las palabras del propio Rey. Incluso aquí, los arpistas vinieron a cantar esa gesta,
y un narrador vino a contarla.
Marfil asintió con la cabeza.  Pero el Archimago perdió todo su poder en la tierra de la
muerte. Tal vez en ese entonces se debilitó toda la magia.
 Los sortilegios de Rosa funcionan tan bien como siempre  dijo ella firmemente.
Marfil sonrió. No dijo nada, pero ella vio qué insignificantes eran las actividades de una
bruja de aldea para él, quien había visto grandes obras y poderes. Ella suspiró y habló de
corazón.  ¡Oh, si no fuese mujer!
Él volvió a sonreír.  Eres una hermosa mujer  le dijo, aunque francamente, no
halagándola como lo había hecho al principio, antes de que le demostrara cuánto odiaba
ella eso . ¿Por qué querrías ser un hombre?
 ¡Para poder ir a Roke! ¡Y ver, y aprender! ¿Por qué, por qué pueden ir allí solamente
los hombres?
 Así fue decretado por el primer Archimago, hace siglos  dijo Marfil . Pero... yo
también me lo he preguntado.
 ¿En serio?
 A menudo. Al ver sólo muchachos y hombres, día tras día, en la Casa Grande y en
todos los recintos de la escuela. Al saber que las mujeres de los pueblos están atadas por
hechizos que les prohíben hasta poner sus pies sobre los campos alrededor del Collado
de Roke. Una vez cada muchos años, tal vez, se le permite a alguna gran mujer entrar
brevemente en los patios externos... ¿Por qué? ¿Acaso todas las mujeres son incapaces
de entender? ¿O es que los Maestros les temen, temen ser corrompidos? No es eso, pero
temen que admitir a las mujeres pudiera cambiar la norma a la que se aferran, la pureza
de esa norma...
 Las mujeres pueden vivir castas tanto como los hombres  dijo Dragónvolador sin
rodeos. Sabía que ella era directa y tosca con temas en los que él era delicado y sutil,
pero no conocía ninguna otra forma de ser.
 Por supuesto  dijo él; su sonrisa se ampliaba brillantemente . Pero las brujas no
siempre son castas, ¿verdad?... Tal vez eso es lo que temen los Maestros. Tal vez el [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]
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